Actualmente estudio educación elemental, con el fin de poder ejercer mis conocimientos y ser maestra de kínder a tercer grado. Desde pequeña he sentido la inquietud de ser maestra. Al pasar mi grado kínder, pude admirar a mi maestra, quien me inculcó valores, su ejemplo me ha llevado a seguir sus pasos. He tenido la experiencia de trabajar en un centro de cuido, con niños de 3 meses a 6 años y muchos con ciertas discapacidades. Sin duda alguna fue la experiencia más bonita que he tenido en mi vida. Tuve la satisfacción de recibir el amor y las sonrisas de esos niños a quienes les enseñé simples cosas. Luego tuve la oportunidad de hacer horas de servicio en la Academia Adventista Central, donde pude estudiar toda mi vida y lograr graduarme. Las experiencias que he tenido han sido muy buenas, no he tenido ninguna queja. Me ha encantado servirle a los niños y ayudarles en su desarrollo. Quiero ser maestra porque la educación es una herramienta esencial para hacer la diferencia en este mundo. Quiero brindarles todo mi apoyo y conocimiento, con amor, esfuerzo, dedicación, esmero y paciencia. Dar de mí lo mejor, solo por los niños. Sé que es un trabajo que exige dedicación y sacrificio, pero yo siento la vocación y se que con la ayuda de Dios lo lograré. Quiero inculcarle a los niños valores, ideales y puntos de vistas de cómo ver la vida. Quiero dejar una huella en sus vidas, como lo hizo mi maestra de kínder. Quiero ser su maestra y amiga para ellos, que en mí encuentren apoyo sincero. Quiero un futuro mejor y es por eso que quiero hacer de los niños del mañana personas competentes y habilitadas para enfrentar barreras. Quiero dedicarles todo mi tiempo y que para mí esta profesión no sea un labor, sino una pasión. Para luego obtener como recompensa esa luz que inculqué en cada uno de ellos. Ver en lo que sean convertido y sentirme orgullosa de ellos y de mi misma por lo que pude lograr.